sábado, 16 de octubre de 2010

Homenaje

Siempre vuelvo a ella, es mi musa inspiradora, no importa el tiempo que haya pasado, y pasó bastante. Siempre está allí, acompañándome en los momentos de desesperanza, con ese gesto tan suyo que invitaba a seguir adelante, con sus ojos negros que lo decían todo sin hablar, con su sentido del humor tan particular que le permitía reírse de sí misma aún en los momentos más duros.

Abrir la puerta al volver de la escuela, era entrar en un mundo maravilloso de música y color. Los aromas salían de la cocina y recorrían los ambientes danzando por el corredor al compás de sus canciones. Cualquier momento era bueno para que nos tomara de la mano y bailara con nosotras por toda la casa. La catarata de agua y jabón que llenaba la pileta del patio cuando lavaba la ropa no era suficiente para ahogar el sonido de su voz ensayando un tango o una muñeira.

Sangre gallega, bulliciosa y apasionada, corría por sus venas. Un halo misterioso con reminiscencias de Oriente bordeaba su rostro y podíamos imaginarla cubierta por un velo, con cascabeles y pulseras tintineando en sus manos.

Era de acá y era de allá, llevaba la morriña consigo como una compañera de viaje aunque nunca pisó la tierra de sus padres.

Dio tanta vida, repartió tanta sonrisa en su corta estadía en este mundo que su espíritu se burló de la muerte temprana, y se quedó con nosotros para siempre.


Este poema de Hamlet Lima Quintana parece escrito para ella, y con él quiero rendirle homenaje a mi madre, Nélida Sofía Rodríguez.

Gente

Hay gente que con sólo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales;

que con sólo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.


Hay gente que con sólo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas,

que con solo empuñar una guitarra,
hace una sinfonía de entrecasa.

Hay gente que con sólo abrir la boca,
llega hasta todos los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas,
y se queda después como si nada.

Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria
pues sabe que a la vuelta de la esquina
hay gente que es así, tan necesaria.


Hamlet Lima Quintana

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